domingo, 14 de abril de 2013

Mátame de placer

Es de todas conocido que la literatura erótica está en auge. Las listas más afamadas lo confirman. Si eres mujer y no has leído ningún libro de E.L.James o Sylvya Day estás perdida, no estás en la onda. tanto es así que ya incluso se prepara adaptaciones al cine, a la música incluso a la ropa íntima. El también conocido porno para mamás resulta ser el amante más fiel de las mujeres del siglo XXI. ¿Pero qué tiene que tanto engancha? 

Muchas habréis visto ya la película El diario de Briget Jones, un cuadro realista de la mujer contemporanea, capaz de dejar los tapujos impuestos por años pasados en casa, ponerse unos buenos tacones, salir a trabajar y ser, en muchas de las ocasiones, una mujer de armas tomar. Aún así, en esta película protagonizada por Renée Zellweger, la protagonista resulta ser una mujer torpe, con mucha mala suerte con los hombres, que ha perdido la ilusión, treintañera y, por supuesto, soltera. No sueña con tener un Christian Grey en casa, se conforma con un hombre que la quiera. ¿Pero qué dice nuestro subconciente?


Bueno, quizás no haya que viajar tan profondo para saber porqué nos gusta tanto la literatura erótica. Amigas mías me han confiado su secreto: estos libros son una realidad muy hipotetica que quizás, con un poco de suerte, puede realizarse. ¿Quién no ha soñado nunca con acostarse con un tio cachas? Raro será la mujer que no lo haya pensando alguna vez. ¿Quién no ha deseado ser la princesa de un cuentos de hadas casada con un principe que, además, está forradísimo? Todas queremos lujos, hombres cachas y fuerte, y sobre todo, sexo salvaje. 

Quizás porque nuestros hombres sean algo vagos, no sé, pero lo cierto es que dicho sexo salvaje muchas veces no traspasa las fronteras de la puerta del dormitorio. Nos acabamos acostumbrado a un "sexo y punto" sin pedir un "sexo inolvidable". Es cuando pienso: ¡Diablos! ¿Para qué quieres un tio que solo te la mete y no hace virguerias? Chicas, nosotras lo sabemos, el sexo es tan importante como la comida, las risas o la complicidad. ¿Sabéis que me dijo mi madre cuando hice mis primeras lentejas? ¡Qué estaban malísimas! Y seguí intentandolo, una y otra vez, acabaron todos malos, cierto, pero al final, al décima, pude hacer un buen plato de lentejas. La historia es hacerlo muchas veces, no tener miedo y reconocer que hay que mejorar (subrayarle que no le vas a dejar porque no sepa hacer bien el amor, que es cuestión de práctica) y seguir adelante. 

Estos tan apreciados libros que tanto nos gustan acaban resaltando nuestros deseos más profundos, deseos que dejamos aparcados en un rincón de nuestro corazón, intentándolos reprimir, porque en el fondo sabemos que parte de lo que sucede en Cincuenta sombras o en No te escondo nada o en mi blog, puede pasar. ¡Es real! Tan solo hay que reclamar lo que es nuestro: sexo salvaje

Y es porque que nos gusta tanto, porque subraya una realidad que existe y de la que no participamos. Pero ya va siendo hora de cambiar esa idea. Los personajes son reales, yo soy real, parte de mis historias me han sucedido. Dejemos de creer que son solo libros. NO. Es algo más. 

Por lo tanto, nos encanta tanto la literatura erótica porque resulta un magnífico sustitutivo del sexo salvaje que no tenemos. Igual que nos gusta el chocolate, porque es un sustitutivo del placer que no obtenemos. Y escribo esto convencida de que si realmente disfrutamos de nuestras horas de sexo dejaremos de leer, leer este tipo de literatura, primero porque saremos nosotras las protagonistas, y segundo, porque no tendremos tiempo, con tanto...sexo salvaje. Así que ya sabéis, cuando veáis a vuestras parejas, decirle, sin tapujos: mátame de placer. 

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