lunes, 3 de junio de 2013

La princesa que escondo {Segunda parte}


Esa caricia era ya un baile de los dedos de Brad dentro del cuerpo de Summer, los pantalones y la ropa interior no podían con el irrefrenable curso del momento. La temperatura estaba subiendo, el calor en la habitación, la mano de Summer arrastrando la camiseta de Brad dejando ver su marcada y deliciosa tableta de chocolate. Un abdomen listo para ser comido, un cuerpo atlético y una mano metida por completo en la entrepierna de una chica que suspiraba y se agarraba a su brazo cada vez con más fuerza.

Mientras, Matt permanecía en su casa bañado en un mar de dudas, no se quería conformar con eso y no estaba dispuesto a tirar la toalla, veía en ella algo que no había visto en ninguna otra, aunque quizás fuera una chica normal y él la viese con unos ojos que querían ver más que una compañera de trabajo.

El pantalón de Summer se deslizaba por sus piernas arrastrado por la mano de Brad. La piel de todo su cuerpo se erizaba y sus piernas se restregaban entre sí ansiosas de abrirse y dejarse caer a cada lado para sentir la cadera de Brad. Los besos estaban descontrolados, las lenguas iban y venían, los dientes chocaban en más de una ocasión… un bendito desastre, la atención de ambos estaba en otro sitio de esa misma cama. La mano de Brad se apartó de las piernas desnudas de la joven, cogió la mano de ella y la llevó directamente a su pantalón, la metió por dentro, le acaba de conceder todo el poder. Summer aunque impresionada en un primer momento no se dejó guiar por una timidez que esa tarde había dejado en casa. Movió su mano en círculos para acabar sacando de lo más hondo de sí mismo el primer jadeo de su compañero de juegos.

-“No puedo más”.

Brad se incorporó de rodillas en su cama y se levantó la camiseta para dejar su torso al aire y para mostrar con ellos unos tatuajes que Summer solo conocía de oídas.

-“Tengo dos tatuajes que solo verás en su momento”.

Ella alzó su mano, acarició el hipnótico cuerpo del chico del autobús y pasó su mano varias veces por las zonas entintadas que, hasta ese momento, habían ocultado sus camisetas. Tras sonreír, Brad se volvió a tumbar encima de la chica indefensa. Los pantalones de él desabrochados y los de ella besando el suelo con la camiseta del chico…

Matt miraba por la ventana de su cuarto y seguía pensando en ella aunque tenía las ideas claras. No sabía que el cuerpo de la chica por la que estaba empezando a sentir cosas fuera de lo común, estaba a disposición del chico por el que ella estaba empezando a sentir cosas fuera de lo común.

Los pantalones de Brad volaron para acabar encima de la silla de su cuarto. La camiseta de Summer permanecía, era de lo poco que aún les separaba. La tenue luz del atardecer que entraba por la ventana estaba alumbrando el cuerpo que iba dejando ver Summer cuando se incorporó.

-“Hoy soñarás con lo que vas a ver”.

Los dos ya desnudos y envueltos en una fogosa sábana de deseo.

-“Espero que tengas protección Brad”

-“No te preocupes Summer, yo soy tu protección”

Brad acababa de penetrar en las murallas desprotegidas de Summer y ella gemía en su oído. La cama empezaba a temblar y los movimientos de ambos hacían rechinar los muelles del colchón. Los brazos de ella no le dejaban apenas moverse y besaba el cuello de la chica una y otra vez mientras le despejaba el camino. Con mucha suavidad y contundencia Brad se deslizaba por el vientre de su víctima y verdugo, se zafó de su llave y se levantó sobre sus brazos para ver la cara gozosa de la chica. Ella agarró el cuello del chico con las dos manos para mirarle fijamente.

-“No se te ocurra parar ni un minuto”.

Brad estaba poseído por el momento y empezó a envestir con fuerza. El cabecero de la cama golpeaba la pared, la habitación era un horno de ritmo y más cuando tras unos gemidos fuertes y entrecortados, Summer empapaba el miembro de Brad. Él no podía parar, los espasmos de ella le decían que siguiese y así lo hizo. Cada vez más fuerte, sus caderas chocaban y la cama se perdía entre saltos. Las sábanas estaban en el suelo, la cama les pertenecía a ellos dos, nadie les quitaba protagonismo.

-“No acabes Brad por favor, que esto no se acabe nunca”.

Summer acariciaba por segunda vez el culmen del sexo y él lo sabía así que se incorporó y la poseyó más rápido, sin descanso alguno hasta que la chica explotó en un chillido silencioso, del que solo salió un “ah…” y del que Brad notó en su cuerpo la presión que los brazos de la joven hacían en él. Pocos instantes después, el chico se apartaba y salpicaba el cuerpo de la joven y todo lo que les rodeaba para caer rendido sobre ella.

Después de taparse algo, ambos compartieron un rato de cama abrazados, con los torsos desnudos y Summer se vio preparada. Llevaba mucho tiempo siendo feliz a su lado, eran varios meses de risas y de momentos mágicos  con él, sentía que la conexión ya no podía ser mayor.

-“Brad te quiero muchísimo y me encanta hacerlo”.


El joven la miró y su silencio rompió en Summer algo más que la magia del momento. No supo qué decir. La chica en estado de shock se vistió rápidamente mientras corría hacia la calle con una lágrima que empezaba a caer por su mejilla.

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