viernes, 28 de junio de 2013

La historia de mi amiga Eva


La mayoría de mis días son 'casi', casi salen bien, casi lo termino, casi llego, casi lo consigo…así son la mayoría de mis días, unos auténticos casis. Y son muy pocos los días perfecto; de esos de levantarme, sin ningún dolor, y tener una perfecta jornada laboral más un perfecto día cuando llego de casa. Hoy os cuento la vida de Eva, tiene 38 años, aunque aparenta tener muchos menos, ella es gordita, mide 165 y pesa 80 kilos. Trabaja en una empresa de marketing telefónico y está muy, pero que muy, acostumbrada a las llamadas de los pervertidos. La vida de Eva podría titularse perfectamente CASI. Porque casi se casi, casi tiene un hijo, casi se compra una casa, casi todo, pero un buen día, pilló al que iba a ser su marido con otra, esto llevó a que no firmarán los papales de la casa, y que el mal trago hiciera perder el hijo que estaba esperando Eva, estaba de cuatro semanas.

La vida de Eva después de pillar a José en la cama, así se llamaba el susodicho, fue una especie de locura Spear, derivado del apellido de la famosa cantante Britney. Dio un giro de 180º a su vida, y empezó a engordar, de ahí los 80 kilos, y a relacionarse con todo tipo de tíos; cualquiera era perfecto para irse a la cama. Luego, la pobre, venía llorando. Que un tal Mark lo hacía muy bien pero que…, que un tal Iván lo hacía muy bien pero que…Hasta que se encontró con Jesús.

Jesús era el hombre perfecto para ella. Feo, con poca autoestima, con un cuerpo más bien malo que bueno, y simpático. Trabajaba en su propia empresa y las cosas le iban muy bien. Generaba lo suficiente como para darle a Eva su boda, su casa y sus hijos. Y además, quizás por la poca autoestima que tenía, el hombre se esforzaba siempre que iban a la cama. Le gustaba innovar, y eso fue lo que hizo, y de ahí que Eva viniera luego, como loca, a contarme qué le había pasado. En realidad me lo escribió por email, pues ella es de Sevilla, y yo, como sabéis ahora vivo en una ciudad pequeñita cercana a París, aunque de vez en cuando bajo a Sevilla o Barcelona.

Cuenta Eva que Jesús, un buen día, le estuvo esperando en la entrada del piso, que después de unos meses, se empeñaron en alquilar juntos. Jesús le puso una trozo de tela a ella para taparle los ojos: una sorpresa había de por medio. Con un tono seductor, Jesús fue deslizando a mi amiga hasta el centro de la casa. El sofá estaba en un rincón del salón, junto con las demás estanterías, mesas y figuras decorativas. En el centro el hogar tan solo había una pequeña colcha donde se tumbó Eva. Aquel pequeño hombre, rodeó a Eva con más trozos de tela, o eso pensó ella, aunque realmente era una cuerda de cuero, aunque antes invirtió un buen tiempo en desnudarla. Luego Jesús…se desnudó, y dejó al aire su cuerpo. Fue toda una sorpresa para Eva, que ya sin venda, pudo percibir que aquel hombre no estaba nada mal, y que detrás de esas camisas había un cuerpo bien formado, sin carnes de sobra y con unos pectorales bien marcados. Sin duda, Jesús era la sorpresa de la noche. Cuando se quitó los pantalones, Eva pudo contemplar como algo oscuro se movía por dentro…llevaba unas cadenas de hierro que ataba su miembro al cuello. Si se inclinaba más de lo necesario…sentía un dolor espeluznante. Aquello le volvió loca a Eva que tuvo que sentir como aquel nuevo hombre que entraba en su vida se tiraba poco a poco en el suelo, muy cuidadosamente, hasta erguirse encima de su cuerpo. Todos sus actos tenían que ser firmes, contundentes, o el dolor sería…casi mortal.

El juego excitó hasta el extenuación a Eva que no pudo aguantar más y quiso probar ella también aquel maldito juego. Jesús había comprado un aparato similar para mujeres, en su interior había una especie de pinchos, si la mujer se inclinaba hacia los lados…unas puntas de acero se clavarían en su interior y sentiría un dolor doble al de una penetración. Tenía que estar erguida, sin moverse hacia ningún lado. Jesús, ya libre del nuevo aparato, aprovechó para divertirse con sus senos así como con el miembro femenino de ella. Podría hacerle todas las perversiones del mundo que no se podría quejar o sentiría los pinchos de acero en su interior.

Después de una buena hora de comprobación, el juego acabó cansando. Eva ya de pie y liberada de las puntas de acero, agarró por el cuello a Jesús, quien no se esperaba esta defensa, y lo empujó hasta el sofá, escondido en un rincón de la sala. Allí le cogió con sus manos el miembro e intento doblarlo, lo que provocó un dolor tremendo en el fuero interior de aquel hombre. No se esperan aquel ataque. Después, aún con el miembro escocido, lo volvió a coger con su mano Eva y lo llevó hacia su interior, con ganas de sentirlo como una locomotora dentro de su cuerpo, una y dos, una y dos, sin parar…hasta cansar aquel hombre.


Él sí le iba a comprar la casa y a dar hijos, además de quererla para siempre, mi amiga Eva le dio más perversión a su nuevo hombre, más de lo que este se esperaba. La vida de Eva dejaba de ser un CASI para convertirse en algo PERFECTO gracias a encontrar al compañero idóneo para sus juegos sexuales.

Pd: El nombre de los protagonistas de esta historia están cambiados, por respeto a los mismos. 

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