La mayoría de mis días son 'casi', casi salen bien, casi lo
termino, casi llego, casi lo consigo…así son la mayoría de mis días, unos
auténticos casis. Y son muy pocos los días perfecto; de esos de levantarme, sin
ningún dolor, y tener una perfecta jornada laboral más un perfecto día cuando
llego de casa. Hoy os cuento la vida de Eva, tiene 38 años, aunque aparenta
tener muchos menos, ella es gordita, mide 165 y pesa 80 kilos. Trabaja en una
empresa de marketing telefónico y está muy, pero que muy, acostumbrada a las
llamadas de los pervertidos. La vida de Eva podría titularse perfectamente
CASI. Porque casi se casi, casi tiene un hijo, casi se compra una casa, casi
todo, pero un buen día, pilló al que iba a ser su marido con otra, esto llevó a
que no firmarán los papales de la casa, y que el mal trago hiciera perder el
hijo que estaba esperando Eva, estaba de cuatro semanas.
La vida de Eva después de pillar a José en la cama, así se
llamaba el susodicho, fue una especie de locura Spear, derivado del apellido de
la famosa cantante Britney. Dio un giro de 180º a su vida, y empezó a engordar,
de ahí los 80 kilos, y a relacionarse con todo tipo de tíos; cualquiera era
perfecto para irse a la cama. Luego, la pobre, venía llorando. Que un tal Mark
lo hacía muy bien pero que…, que un tal Iván lo hacía muy bien pero que…Hasta
que se encontró con Jesús.
Jesús era el hombre perfecto para ella. Feo, con poca
autoestima, con un cuerpo más bien malo que bueno, y simpático. Trabajaba en su
propia empresa y las cosas le iban muy bien. Generaba lo suficiente como para
darle a Eva su boda, su casa y sus hijos. Y además, quizás por la poca
autoestima que tenía, el hombre se esforzaba siempre que iban a la cama. Le
gustaba innovar, y eso fue lo que hizo, y de ahí que Eva viniera luego, como
loca, a contarme qué le había pasado. En realidad me lo escribió por email,
pues ella es de Sevilla, y yo, como sabéis ahora vivo en una ciudad pequeñita
cercana a París, aunque de vez en cuando bajo a Sevilla o Barcelona.
Cuenta Eva que Jesús, un buen día, le estuvo esperando en la
entrada del piso, que después de unos meses, se empeñaron en alquilar juntos.
Jesús le puso una trozo de tela a ella para taparle los ojos: una sorpresa
había de por medio. Con un tono seductor, Jesús fue deslizando a mi amiga hasta
el centro de la casa. El sofá estaba en un rincón del salón, junto con las
demás estanterías, mesas y figuras decorativas. En el centro el hogar tan solo
había una pequeña colcha donde se tumbó Eva. Aquel pequeño hombre, rodeó a Eva con
más trozos de tela, o eso pensó ella, aunque realmente era una cuerda de cuero,
aunque antes invirtió un buen tiempo en desnudarla. Luego Jesús…se desnudó, y
dejó al aire su cuerpo. Fue toda una sorpresa para Eva, que ya sin venda, pudo
percibir que aquel hombre no estaba nada mal, y que detrás de esas camisas
había un cuerpo bien formado, sin carnes de sobra y con unos pectorales bien
marcados. Sin duda, Jesús era la sorpresa de la noche. Cuando se quitó los
pantalones, Eva pudo contemplar como algo oscuro se movía por dentro…llevaba
unas cadenas de hierro que ataba su miembro al cuello. Si se inclinaba más de
lo necesario…sentía un dolor espeluznante. Aquello le volvió loca a Eva que
tuvo que sentir como aquel nuevo hombre que entraba en su vida se tiraba poco a
poco en el suelo, muy cuidadosamente, hasta erguirse encima de su cuerpo. Todos
sus actos tenían que ser firmes, contundentes, o el dolor sería…casi mortal.
El juego excitó hasta el extenuación a Eva que no pudo
aguantar más y quiso probar ella también aquel maldito juego. Jesús había
comprado un aparato similar para mujeres, en su interior había una especie de
pinchos, si la mujer se inclinaba hacia los lados…unas puntas de acero se
clavarían en su interior y sentiría un dolor doble al de una penetración. Tenía
que estar erguida, sin moverse hacia ningún lado. Jesús, ya libre del nuevo
aparato, aprovechó para divertirse con sus senos así como con el miembro
femenino de ella. Podría hacerle todas las perversiones del mundo que no se
podría quejar o sentiría los pinchos de acero en su interior.
Después de una buena hora de comprobación, el juego acabó
cansando. Eva ya de pie y liberada de las puntas de acero, agarró por el cuello
a Jesús, quien no se esperaba esta defensa, y lo empujó hasta el sofá,
escondido en un rincón de la sala. Allí le cogió con sus manos el miembro e
intento doblarlo, lo que provocó un dolor tremendo en el fuero interior de
aquel hombre. No se esperan aquel ataque. Después, aún con el miembro escocido,
lo volvió a coger con su mano Eva y lo llevó hacia su interior, con ganas de
sentirlo como una locomotora dentro de su cuerpo, una y dos, una y dos, sin
parar…hasta cansar aquel hombre.
Él sí le iba a comprar la casa y a dar hijos, además de
quererla para siempre, mi amiga Eva le dio más perversión a su nuevo hombre,
más de lo que este se esperaba. La vida de Eva dejaba de ser un CASI para
convertirse en algo PERFECTO gracias a encontrar al compañero idóneo para sus
juegos sexuales.
Pd: El nombre de los protagonistas de esta historia están cambiados, por respeto a los mismos.
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