La niña soñaba desde bien pequeña en convertirse en una
princesa, soñaba con encontrar al hombre de su vida, con sentir lo que alguien
le dijo un día que se llamaba amor. Su corona relucía de inocencia, soñaba con
vivir en su castillo y con enseñar su sonrisa a todo cuanto le rodeaba.
Los años iban pasando y la corona cada vez tenía menos
brillo, la niña se iba haciendo mayor pero mantenía intacta su ingenuidad ante
el mundo que copaba sus días de colores. Su sonrisa permanecía intacta. El
tiempo pasaba y seguía soñando con encontrar el amor de su vida, al príncipe
que le dijese que su búsqueda había terminado.
Summer había dejado ya de ser una niña. Es una más entre el
ir y venir de la gente de la gran ciudad, su sonrisa pasa desapercibida entre
las muchas caras de agobio y de estrés que se cruzaban ante ella. Cada día
seguía su rutina: de casa al trabajo y del trabajo a casa. Una vida poco
gratificante para una chica joven. En ocasiones salía a disfrutar de la noche
con sus amigas, los chicos iban, venían, se pavoneaban y exhibían sus plumas de
pavo real pero ninguno atraía la atención de Summer. Ella se quedaba mirando
aburrida como los chicos hacían y deshacían en la vida de sus amigas.
Brad había dejado de ser un niño hacía ya mucho tiempo. Es
un chico guapo y extrovertido con una personalidad muy cautivadora. Su rutina
no era tal, a la salida del trabajo pocas eran las veces que llegaba a casa
directamente, siempre hacía una parada para tomar algo con sus compañeros o sus
amigos. Sus años habían visto muchas chicas pasar por su vida.
La casualidad hizo que una mañana muy lluviosa se cruzaran
en sus caminos para ir a trabajar. El autobús iba a salir de la parada sin
Summer que tuvo que salir corriendo para no quedarse en tierra. El desparpajo
de Brad hizo que tras un: “hubiera apostado a que perdías el autobús”, se
sentasen juntos y pasaran el trayecto en compañía. Ese día Summer supo que ese
chico no era normal pero no le reservó más que una pequeña sonrisa.
Al día siguiente no se vieron en el autobús, ni al
siguiente, ni al siguiente y cuando parecía que ese chico no era real, apareció
sentado al cuarto día en el mismo asiento en donde le vio por última vez.
Summer se puso nerviosa, la sonrisa le temblaba y solo la calmó el efusivo
saludo de Brad. Volvieron a compartir trayecto, risas y conversación. El camino
tocaba su fin y la parada de la joven llegaba, ese día le reservó algo más que
una pequeña sonrisa.
- “Quiero compartir esto todos los días”.
Los días pasaban y la complicidad en el autobús se iba
haciendo tal que un trayecto sin Brad le quitaría a Summer esa sonrisa que
nadie antes le había quitado. Él dio el siguiente paso, le propuso verse y
conocerse fuera de las cuatro paredes con ruedas, fuera del sonido de un motor
y de gente que charlaba resignada sobre sus trabajos. Ella aceptó rápidamente,
su rutina estaba cambiando por completo.
Las citas se sucedían una tras otra, solo una no era
suficiente para conocer a una chica como Summer y Brad sabía cómo hacer que con
una bastase para que una chica empezase a sentir algo por él.
Cuando la sonrisa de Summer empezaba a tener un nombre
apareció Matt. Un chico muy sencillo, muy agradable y divertido que acababa de
entrar a trabajar en su misma empresa. Uno más, un chico de tantos que veía
cada día, con una salvedad.
El tiempo seguía corriendo sin que nadie lo pudiese detener
y lo que había entre Brad y Summer parecía que empezaba a ser algo serio.
Mientras, Matt se pasaba las horas mirando a Summer, observando como su suave
pelo se contoneaba al ritmo del movimiento de sus pasos. Observando una sonrisa
que jamás había visto, observando los ojos que ocultaban los sueños de una niña
y sintiendo que era la oportunidad de encontrar algo que siempre había querido
y nunca había sentido.
Cada día que pasaba la veía más guapa, más cercana a la
perfección y se veía cada vez más ilusionado, cada vez más cerca de ella. Tanto
que saludarla cada mañana le aburría, un “hola” y un “adiós” no eran suficiente
para conquistar a una chica. Así cada día se proponía dar un nuevo paso para
acercarse a ella y cada noche se iba a la cama con el recuerdo de su sonrisa.
Las cosas entre Brad y Summer seguían su curso, estaban a
gusto uno frente al otro, solo él sacaba en ella a esa niña que soñaba con ser
una princesa. Ella empezaba a ver un futuro en esos ojos que la miraban.
Matt no pudo contener su euforia cuando vio que Summer
correspondía a sus sonrisas. Tuvo que decirle que estaba empezando a sentir
algo por aquella dulce joven que no salía ni un minuto de su cabeza.
- “Summer, quería decirte que cada vez que veo esa sonrisa no
hago más que temblar, cada día que te veo entrar siento que no eres una chica
más, cada vez que hablo contigo callo mis ganas de decirte que me gustaría
verte fuera de aquí y hacerte pasar un día inolvidable”.
Ella sorprendida y fuera de sí tuvo que pararse dos veces a
pensar en lo que había sucedido. No se esperaba algo así para nada, su cabeza
decía Brad y unas palabras así no las había escuchado jamás. El corazón le
empezó a latir muy fuerte, hasta el momento no se había fijado en el hombre que
había en Matt, en la dulzura de sus palabras y en lo cómoda que se encontraba a
su lado.
- “Verás Matt, estoy con alguien…”
Sus ojos se estremecieron aunque su sonrisa aguantó estoica
la estocada a su corazón. Un “no te preocupes, lo siento, no tenía ni idea”
nervioso dejó claro que se había equivocado, pero Matt no se lo quería creer y
ese día se convirtió en un martirio de pensamientos contrariados para él.
-“Si siento esto no puedo estar equivocado”.
Esa misma tarde, aún convaleciente del hecho con Matt,
Summer fue a casa de Brad. Abrió la puerta y él se acercó para besarla. El beso
empezó siendo un “tenía ganas verte” y empezaba a cobrar tintes de “no quiero
soltarte”. La lengua del chico apareció para acariciar suavemente sus labios,
Summer cerró los ojos sin poder remediarlo y se dejó llevar por el momento. Las
manos de ambos empezaban a moverse rápido y sin intención de frenarse. Brad
apretaba a Summer contra su cuerpo y ella se movía ligeramente.
Se dejaron caer sutilmente en la cama, la chica estaba
indefensa frente al que le estaba sujetando los brazos y besándole el cuello.
Ya encima de ella, desabrochó su propio pantalón para deslizarse sobre el
cuerpo gozoso de Summer que con las piernas abrazaba a Brad para que no parase
de darle lo que ambos deseaban con fuerza. La razón se empezaba a nublar y las
uñas ya arañaban, el silencio lo rompían las profundas respiraciones de uno y
otro que muchas veces acababan en jadeos. En ese momento, cuando la cama se
hartaba de ver sus besos Brad se echó a un lado, acarició su cara y siguió
bajando. Su caricia pasó por su cuello e hizo una parada en los pechos de la joven
que apretó con fuerza sobre su camisa. Su caricia no quería quedarse ahí y
fluyó por su vientre haciendo a Summer suspirar, su mano rondaba su pantalón y
sus dedos desabrocharon los botones que lo sujetaban. Su caricia siguió,
acarició su feminidad por encima de su ropa interior y empezó a deslizar sus
dedos bajo ella.
2 comentarios:
Madre mia !! esto empieza calentito....esperaré con impaciencia para ver como continua....ufffff !!
¡Me vuelve loca este relato! Por favor, que no termine nunca, que sea más largo que Un desconocido dentro de mí y con un final GENIAAAAL, no como el otroooo
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